Hay noches en las que crees que nada de lo que te rodea tiene sentido. Hoy es una de esas noches.
Son las 23.15 y estoy en un locutorio, tratando de enviar mi importantísimo trabajo de consultor que parece que si no lo entrego esta noche el mundo no podrá seguir.
Mientras, un africano trata de hablar con su familia o con sus amigos o con quien quiera que sea. Sonríe.
En otra cabina puedo oír el llanto continuo de una sudamericana mientras habla con su hija.
Detrás de mí, un asiático se rasca en los bolsillos porque quiere sacar el último céntimo para pagar la llamada de teléfono.
Y yo, aquí, en el absurdo de creer que como no entregue el trabajo sucederá una desgracia.
Y sin embargo, no necesito llamar por teléfono todos los días a mi familia.
Pocas veces me he sentido tan afortunado como esta noche.
jueves, julio 06, 2006
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3 comentarios:
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